4.10.05

Esperado

Cuando me ponen una inyección, prefiero mirar, así sé cuándo me va a doler, me conciencio y paso el trago con toda tranquilidad. Y en general, cuando sé lo que va a ocurrir, por extraordinariamente malo o bueno que sea, lo asumo sin que me dé un vuelco el corazón. Por eso, cuando hoy ha llegado la hora del eclipse, para el que ya estaba perfectamente pertrechada con las gafas recomendadas, del cual ya sabía la hora exacta en la que se iba a producir, el aspecto que iba a ofrecer en todas sus fases... ha sido como si me destriparan la película, tan esperado que no he sentido prácticamente nada.