9.10.05

Terenci

Era uno de tantos domingos, tras la tradicional lucha fraticida por leer el Miguelito en el País Semanal (ahora es por Maitena) Gané yo, y salí pitando a parapetarme en el baño antes de que me zurraran mis herman@s. Y al pasar las hojas, me encontré con su foto y un título, "Máscaras alejandrinas". Si soy sincera, no recuerdo de que iba ese primer artículo, pero sí lo muchísimo que me gustó, lo que me sorprendió que hablara de ópera, de Egipto, de cine (cosas que hasta entonces sólo oía en mi casa, para la gente de mi clase era como hablarles de marcianos) y cómo a partir de entonces cada semana, nada más leerlo, recortaba con mimo la página del suplemento, la doblaba de modo que la foto quedase visible y lo guardaba en una caja de zapatos que escondía debajo de la cama. Más adelante ataqué sus libros, me deleité con sus entrevistas y me dolió su muerte, pero nada tan embriagador como aquellas primeras borracheras de palabras...