16.9.11

John Ford, Napoleón y Ali Jinnah




Tres hombres para una sola noche (no pienses mal). Y aparte de que no me hubiera importado invertir más tiempo con cualquiera de ellos para conocerlos, lo curioso del caso es que de verdad son clavaditos a estos tres individuos. Empezaré por el que era más objetivamente guapo: mi Ali Jinnah era alto, delgado como un junco, pelo negro, piel blanca, ojos azules, no muy guapo pero sí sereno. No, sereno no, hierático, fascinante como una estatua egipcia, y con la misma falta de emoción. Muy correcto, muy educado, gracioso en el momento justo, pero frío como el basalto. En cuanto a Napoleón, qué decir del hombre que sólo pudo morir envenenado... La misma intensidad y pasión, con cierto toque de crueldad, para lograr lo que él cree que deben ser sus objetivos, además de la misma altura, fisonomía y complejo de inferioridad injustificado. Y el tercero, John Ford, el hombre que mira desde lejos, pero con calidez, con esa cachaza propia de quienes han visto demasiado en esta vida, pero aún así sienten curiosidad por lo que vendrá después, unido a una bonita voz de barítono, un cráneo casi picassiano y una foto de perfil en la que no me sorprende nada encontrar un sombrero vaquero sobre su cabeza.

John Ford, Napoleón y Ali Jinnah, la historia se repite a todos los niveles, por suerte este era uno de los más inofensivos.