Lejos de las paradas militares.
Ajena a cacatúas maléficas vestidas de Chanel.
Fuera de cobertura de polvorientos académicos, infestados de ácaros, ladillas y avaricia.
Con un océano entre lo "in" y yo.
A doce mil seiscientos setenta y tres kilómetros del orador que suena a campana rajada.
Lo más lejos posible de "trendsetters" de plástico oxidado.
Allí, mi bien.
Justo allí es donde puedes empezar a buscarme.