Soy una gran escéptica, tal vez debido a mi proverbial genio corto y nula paciencia (quien a los suyos parece, honra merece). No creo en las palabras de ningún político, ni siquiera en las de los que voto (PSOE, sí, tiene muuuchos defectos, pero es que lo otro fue, es y será inaceptable), y creo que la mayoría de intelectualoides que van de "progres" (Sabater, Anabelénvictormanuel, etc.) son en realidad una panda de pequeñoburgueses hipócritas de la peor calaña. Con este talante (al que se ría le endiño) tan conciliador, en mayo fui a ver una proyección-conferencia de Costa-Gavras en Alicante (sí, hay cultura a pesar de Alperi)
Pues bien, yo no sé cómo explicarlo, pero volví a creer. Allí, sobre el escenario, junto a un periodista tonto del culo, no se veía por ninguna parte al mundialmente conocido cineasta, director de "Z", "Missing" y "Amén" entre otras. No. Se veía a un hombre modesto y comprometido, asombrado de que mostráramos tanto interés y respeto por él y por su obra, alguien que hace sus películas con el único fin de denunciar la injusticia, que sólo rueda cuando cree que hay algo que contar, porque es muy consciente de que lo que no sale en los medios de comunicación no existe. El mismo hombre que trabajó codo a codo con Jorge Semprún, que formaba parte de la verdadera intelectualidad junto a Simone Signoret, Yves Montand... El mismo que aguantó preguntas vergonzosamente obvias por parte del público sin el más mínimo atisbo de impaciencia. Cuando me llegó el turno, le pregunté que si no le preocupaba el hecho de que la sociedad fuera cada vez más abúlica, y me respondió que eso no era cierto, que aún quedaba gente solidaria, que un gran ejemplo fue cómo se tiró la gente a la calle en el 11-M. Volví a mi casa con una sonrisa beatífica en los labios y tarareando "La internacional".
Pues bien, yo no sé cómo explicarlo, pero volví a creer. Allí, sobre el escenario, junto a un periodista tonto del culo, no se veía por ninguna parte al mundialmente conocido cineasta, director de "Z", "Missing" y "Amén" entre otras. No. Se veía a un hombre modesto y comprometido, asombrado de que mostráramos tanto interés y respeto por él y por su obra, alguien que hace sus películas con el único fin de denunciar la injusticia, que sólo rueda cuando cree que hay algo que contar, porque es muy consciente de que lo que no sale en los medios de comunicación no existe. El mismo hombre que trabajó codo a codo con Jorge Semprún, que formaba parte de la verdadera intelectualidad junto a Simone Signoret, Yves Montand... El mismo que aguantó preguntas vergonzosamente obvias por parte del público sin el más mínimo atisbo de impaciencia. Cuando me llegó el turno, le pregunté que si no le preocupaba el hecho de que la sociedad fuera cada vez más abúlica, y me respondió que eso no era cierto, que aún quedaba gente solidaria, que un gran ejemplo fue cómo se tiró la gente a la calle en el 11-M. Volví a mi casa con una sonrisa beatífica en los labios y tarareando "La internacional".