
Y sin embargo, en conjunto me parece una buena película. Cada plano de Aleixandre es un regalo, durísimo, pero regalo al fin y al cabo, y Cristina Brondo hace un buen trabajo, no dudas ni un momento del cariño y la dedicación de la nieta a su abuelo. Además, se plantea una cuestión que yo he repetido hasta la saciedad: es más barato un cuidador que una residencia, y además el enfermo se siente mucho más protegido (y querido). Sin olvidar la fina ironía de Mercero al situar la acción precisamente en una familia sin ningún problema económico (Audis incluidos) que tiene los santos huevos de irse a San Sebastián aparcando al abuelito en la residencia de ahora para ya (la despedida es uno de los mejores momentos de la película, junto con la escena final)
En resumen, pese a las pequeñas grietas, es un puñetazo en el estómago hasta para los más concienciados. Que nadie se la pierda.