Ni hecha un mar de lágrimas, ni con voz campanuda de serial de posguerra o de presentadora de talk-show. Naaaa. A mí me gusta hacer las cosas bien. Imagínate un sofá viejo y enorme abandonado en medio de una extensión inabarcable al gusto, con luz, temperatura y brisa de atardecer de agosto. Mi camiseta roja de tirantes, el collar de madera, los vaqueros más viejos, las gafas de sol, descalza, despeinada, pelín ojerosa y somnolienta. Tengo un arsenal oculto de Desperadas fresquitas limón incluido que te voy pasando a medida que se agotan. No dejo de juguetear con las manos (el collar, mi ropa, la tuya, el botón suelto de un cojín...) y te lo digo poco a poco, con muchos silencios, sin dejar de mirar cómo se apaga la atmósfera, lenta y majestuosa. Así hasta que casi sin sentirlo nos quedamos dormiditos, murmurando secretos, con las cabezas juntas, hasta el próximo día.
5 comentarios:
Madre mía, qué malo es el calor...
Estoy con ainalma, la "caló" es "mu" mala, jejeje. Menos mal que había cerveza para contrarestar sus efectos. Por lo demás... Bien hecho.
Besooo
EDu
A mi no me hables del calor, actualicé mi blog al leer el tuyo.
Ainalma, :-p
Eduardo, sííí, la cerveza es el mejor de los medicamentos, XDDDDD
Raret, XD, naaaa, no te creo, :-p
Besos a todos!
Me fui contigo a ese sillón.
A ese atardecer de cervezas, silencios y medias palabras y me quedé dormido hasta el amanecer.
Gracias por invitarme.
Ansío despertarme al amanecer, en otro de tus post.
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