Con la lengua de fuera por las prisas, bajamos desde el Corte Inglés de los libros hacia el barrio de San Francisco para resolver unas cuestiones de burrocracia. Venividivinci, halapues a por el coche. Al desandar volvemos a pasar por la plaza Gabriel Miró (ex-"plaza de las putas" desde hace tiempo) vemos mesas de bar y nos rendimos. Y aquí empieza lo bueno. Primero nos toma nota un camarero de fuerte acento francés (de-ver-dad) con pinta de marinero retirado. Vale, casualidad. Después se asoma el dueño, "¿Os han tomadO ya notA? Oh, bien, me habíA asustadO". Coño. No puÉ ser. Y entonces sale con las pizarras de los menús del día. Deliciosos platos franceses y del norte de África (luego confirmamos que son hijos de pieds-noirs), y encima tirado de precio (8 euros) Ah, y un perro. Pero no cualquier perro. No, señor. Un preciosísimo y ENORME perro de aguas blaaaanco que va y viene del bar a las mesas, dejándose querer por todos los presentes con infinita parsimonia. Y decidimos mandar a Big Brown Turtle en avanzadilla. "Anda, ve al baño y cuéntanos cómo es por dentro, que no se note tanto que queremos cotillear". Vuelve casi en éxtasis. Resumiendo. Que hemos encontrado un puto bistrot francés de los que ya no quedan ni en París de la France. Pero es que al llegar a casa busco el nombre del sitio, "Marcel Cerdán", en Google, y me encuentro con ESTO. El día diez tenemos mesa para seis.
5 comentarios:
Bé, ja m'hi portaràs, no?
Ainalma, no ho dubtes (i amés n'hi ha un fum de llum, XD)
Muuuuaks.
¿Y no está en Madrid?
Qué injusticia
¿y de las putas no se ha sabido nada desde entonces?
Contra, aaah, sus jodéis, XD
Raret, claro que sí, fill meu. Ahora se han pasado a las calles en torno al Ayuntamiento, y siguen estando en la cuesta del Hotel Europa, en la carretera hacia Elche...
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